Eran su planeta, su zorro y su flor. No necesitaba más que eso para ser feliz. El principito tuvo la fortuna de disfrutar el encanto de la infancia que los afortunados no llegarán a perder nunca
si les mostramos como cultivarlo por todas sus vidas.
Tal vez, quede guardado en un hoyito del árbol que colgamos su primer columpio y por el que entró Alicia tras su liebre. O, más sencillo , en su primera prenda , su prendedor de flor que …
NINA RABOLINI creó para ellas…